Daniela Zelaya, World YWCA Communications & Programme Associate (YWCA of Honduras)
El mundo entero y todos los hondureños estamos de luto. La enorme ola de violencia que acecha el país ha cobrado una víctima más. Berta Cáceres, conocida por su incansable lucha a favor de los pueblos indígenas y la protección del medio ambiente, logró hacerse acreedora del premio internacional “Goldman Environment”, en abril de 2015, también se ganó el respeto, el cariño y la admiración de miles de personas, sobre todo del pueblo Lenca, una de las principales etnias de Honduras y de donde ella pertenecía con mucho orgullo. Hija, madre y compañera ejemplar, su humildad y su virtud de ver la naturaleza como una persona y no como un objeto a utilizar, la motivó a defender su comunidad y el movimiento en contra de la represa hidroeléctrica Agua Zarca, misma que destruiría el río Gualcarque y sus cuencas, como fuente de desarrollo agrícola y consecuentemente de vida para.
En el año de 1993 fundó el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), entidad que se ha caracterizado por que vela por los derechos humanos de comunidades que han sido desamparadas. La misma Comisión Interamericana de los Derechos Humanos denunció la completa ausencia de las medidas mínimas para dar respuesta a denuncias graves que violentaban los derechos humanos. Por su constante lucha por la protección del pueblo y su territorio, se le otorgó la solicitud de medidas cautelares y dos de sus hijos decidieron abandonar el país con solicitud de protección internacional.
La dura y triste noticia de su defunción ha trascendido fronteras nacionales. La misma comunidad internacional ha manifestado su empatía y ha expresado duelo ante la pérdida de Berta así como el repudio por todo acto de violencia en contra de activistas que dedican su vida a luchar por los demás.
Berta es una víctima más entre una larga lista de mártires nacionales. Pese a que las tasas de criminalidad en Honduras han sido elevadas, sobre todo contra grupos particulares como activistas sociales y luchadores por los derechos humanos, su legado representa un llamado al que hay que acudir; el llamado a no desistir.
El gobierno de Honduras se ha pronunciado diciendo que no descansarán hasta encontrar a los autores de esta tragedia, sin embargo no ha incluido en sus declaraciones una razón contundente de por qué no había policías que custodiaran a Berta cuando sucedió el atentado que acabaría con su vida. Esperamos que este no sea un caso más de los miles que quedan enterrados en la impunidad.
“Los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos”, Berta Cáceres vive y lo menos que podemos hacer para honrar su memoria es retomar su causa. En palabras de ella: “No nos queda otro camino más que luchar”.